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SUSPENSIONES Y MÁS SUSPENSIONES
Siempre ha existido, en todos aquellos sectores que realmente defienden al hipismo, la queja en relación a la falta de acción del cuerpo de comisarios de cualquiera de los tres óvalos adscritos al Instituto Nacional de Hipódromos, al no ejercer la autoridad y permitir la anarquía y la impunidad abierta. Hoy, nos toca ir al extremo opuesto, pues se hace evidente el exceso en las decisiones dadas a conocer por la Junta de Comisarios la semana pasada, en las cuales se sanciona a dos jinetes y a dos entrenadores por seis meses. Los hechos irregulares existieron, y eso no está en discusión. Nuestro papel no es el de jueces y por tanto no podemos decir si los profesionales sancionados son responsables o no de los que se le imputa, pero a todas luces se desprende la arbitrariedad que motoriza la acción del cuerpo colegiado, imponiendo sanciones a la ligera, sin sustentar apropiadamente sus decisiones y pasando por alto uno de los derechos más básicos que tiene cualquier persona, dentro y fuera del hipismo: el de la defensa. El no tomar declaración a las partes, o hacerlo sólo a una de ellas, ensucia un proceso que lejos de enseñarnos un camino de justicia, deja en claro que hoy más que nunca estamos a la deriva en esto del ejercicio de la autoridad. El tan necesario equilibro que debería privar en cualquier persona que asume la responsabilidad de juzgar y sancionar, está definitivamente ausente en este caso. Estamos, en definitiva, expuestos siempre a lo mismo: los puntos extremos. En el hipismo desde hace bastante tiempo necesitamos sanciones ejemplarizantes, única vía para cambiar la imagen del espectáculo y recuperar la confianza perdida en todos los sectores relacionados con la industria. Es fundamental que regrese la justicia y dejemos atrás la apatía y los excesos. La ley es para todos y así debe aplicarse, sin preferencias ni ensañamientos, ni "rebusques legales" con los que simplemente se pueda pretender alimentar un odio personal.
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